Altafulla amb tota la il·lusió

6/12/09

Després de J.P.Royo dues veus més foranes plenament còmplices amb la constitucionalitat de l’Estatut:

* Bonifacio de la Cuadra, el cronista del procés constituent del País a “Melancolía constitucional” se les ha amb el PP antiEstatut:
“ Esa melancolía se acrecienta cuando, tres décadas después, algunos de los beneficiados de aquel pacto de convivencia que les permite ejercer la política en una democracia en paz, tratan de socavarlo mediante la apelación a una configuración unitaria de España, que entonces no prosperó, ya que el consenso convirtió al estado español en una organización territorialmente plural, capaz de conciliar dentro del mismo las distintas “nacionalidades y regiones” que solidariamente lo integran.”
Desde UCD , Rafael Arias Salgado defendió incorporar el término nacionalidades para “afrontar las crisis palpable del estado centralista autoritario propio del régimen dictatorial de los 40 años anteriores y lograr una Constitución aceptable y aceptada por una mayoría abrumadora de españoles, incluídos los del País Vasco y Cataluña”.
Con estos antecedentes, ¿cómo es posible que varias decenas de años después el PP, que alardea de proconstitucional, se haya empeñado en retroceder a posiciones derrotadas entonces, mediante un recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut de Cataluña, superador de dos exámenes parlamentarios y un referendum popular cuyo contenido no significa hoy más nacionalismo del que representó la incorporación del término “nacionalidades” a la Constitución?¿Se da cuenta el PP, que quiere proclamarse heredero de UCD, que, en lo que se refiere a la Constitución no es más que una excrescencia de AP, la mitad de cuyos 16 diputados no la votaron (…)?
Finalment valora el TC com a “aquejado hoy por una grave gripe de falta de auctoritas, por la contaminación que la política partidista ha introducido en su seno, que le aleja de los valores, principios y claves de la Constitución a interpretar.”
Tot i així desitja que “Ojalà un último impulso de profesionalidad jurídica conduzca a elaborar una sentencia capaz de imponer el imperio de la Constitución sin dejar de integrar a la Cataluña democrática en el proyecto colectivo de España”.

* José Álvarez Junco, especialista com a Historiador de les Idees, es queixa de “El inacabable debate sobre la nación” provocat per la majoria de magistrats del TC oposats al terme “nació” de l’Estatut. Als quals titlla de “ponerse al mismo nivel primario y anticuado del nacionalismo catalán – o de cualquier otro, en este caso del español, que viva en un mundo mental de hace un siglo”.
Es mulla afirmant: “El TC puede perfectamente aceptar la definición de Cataluña como nación en los términos recogidos por el Estatuto, es decir como una constatación de lo que aprobó el Parlamento catalán, remitiéndolo al término “nacionalidad” reconocido por la Constitución. Pero a la vez puede especificarse, si lo cree preciso, que ello no debe interpretarse en términos soberanistas, pues la CE establece de manera tajante que la soberanía nacional reside en el pueblo español. Resolvería de esta manera un problema endiablado y se ajustaría, además, a la situación real en la que vivimos”.
Però Álvarez Junco retornant a la crítica al nacionalisme primari i antiquat, insisteix en que: “No estamos ya en un mundo en el que pueda pensarse en independencia plena, a la antigua, es decir, como hace un siglo, en el apogeo de la era nacionalista, con naciones soberanas en sentido estricto. No están los tiempos para erigir nuevas fronteras, acuñar moneda propia ni incluso un ejército totalmente ajeno a la comunidad internacional en la que estamos insertos. Menos aún – mucho menos aún – podemos pensar hoy en sociedades con una homogeneidad cultural interna ni remotamente aproximada a la soñada por los nacionalistas. Michael Keating ha definido el mundo en que habitamos como uno de “naciones post-soberanas”. Y la terminología jurídica debería ser capaz de adecuarse a lso cambios sociales y políticos que ha sufrido el mundo.
Relativicemos, pues, el valor de los términos relacionados con las identidades colectivas (…) Reconozcamos su carácter impreciso, polisémico y fluido y no intentemos apresarlos en las leyes de una manera fija e inmutable.”
Tanmateix reconeix que de nacions en tenim perquè les volem uns determinats col•lectius: “Las naciones no se definen por ningún rasgo objetivo si no por un elemento subjetivo, como dijo Ernest Renan hace un siglo y cuarto: “la voluntad de ser nación”. Y esa voluntad, en contra de lo que creen los nacionalistas, no es innata, sino que se moldea de una manera intencionada a través de ceremonias, conmemoraciones, actos cívicos y , sobretodo, de sistema educativo, como sabe cualquier científico social después de los trabajos de Elie Keduorie. A partir de ahí, es difícil negar a Cataluña la cualidad de “nación” porque hay un hecho innegable: que una mayoría de su población lo cree así. Como tampoco pueden negar nacionalistas vascos o catalanes que España es igualmente nación – y no un mero “Estado”-, pura y simplemente porque muchos millones de personas se sienten partícipes de esa comunidad ideal, es decir, se sienten o nos sentimos, “españoles”.”

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